Vecinos míos: vosotros recordáis con placer
la aurora de la juventud y os lamentáis cuando
se va, pero yo, como el preso en libertad,
la recuerda como los barrotes y grilletes de su
cárcel. Habláis de esos años entre la infancia
y la juventud como de una era dorada, libre
de restricciones y responsabilidades, pero yo
llamo a aquellos años una era de pesar silencioso,
que se depositó como una semilla en
mi corazón y en él creció sin poder encontrar
el camino hacia el mundo del conocimiento
y sabiduría, hasta que llegó el amor que
abrió las puertas del corazón y alumbró sus
resquicios. El amor me dio la capacidad de
hablar y de llorar. Vosotros recordáis los jardines
y las orquídeas, los parques y las esquinas
que fueron testigos de vuestros juegos infantiles
y escucharon vuestros inocentes susurros.
Yo también recuerdo aquel hermoso rincón
del norte de Líbano. Cada vez que cierro los
ojos, veo aquellos valles llenos de magia y
dignidad y aquellas montañas cubiertas de
gloria y grandeza que tratan de alcanzar el
cielo. Cada vez que cierro mis oídos al clamor
de la ciudad, oigo el murmullo de los
arroyos y el susurro del viento entre las ramas.
Gibran Kahlil Gibran, Pesar silencioso en Alas rotas, traducción de Leonardo S. Kaím, México, Diana, 1986, pp. 15-16.