El Alma

1914

…Y el Dios de los dioses separó de sí mismo un alma
y le infundió belleza.
Y le dio la suavidad de la brisa matinal, el aroma de
las flores, la pureza de la luz.
Y le regaló una copa llena de alegría, y dijo: “Bebe
de ella sólo cuando olvides el pasado y desprecies
el futuro”; y luego, una copa de tristeza, y dijo:
“De esta beberás para conocer la alegría de la vida”.
Y puso en ella amor, que al primer suspiro de satisfacción
se desvanece, y dulzura, que a la primera
palabra de soberbia, también se desvanece.
Y vertió en ella sabiduría divina que la condujese por
el camino de la verdad, y depositó en sus profundidades
una conciencia para que viese lo invisible.
Y creó en ella un sentimiento que vaga con las sombras
y camina con los espectros.
Y la vistió de anhelos, tejidos por los ángeles con los
colores del arco iris.
Después, puso en ella la oscuridad de la duda que
es la sombra de la luz.
Y Dios tomó el fuego de la fragua de la ira, y viento
del desierto de la ignorancia, y arena de la playa
del mar del egoísmo, y polvo de los siglos, y amasó
al Hombre.
Le dotó de una fuerza ciega que se rebela con la
locura y se aquieta con los deseos satisfechos.
Después, le dio la vida que es sombra de la muerte.
Y el Dios de los dioses sonrió y lloró, y sintiendo por el
Hombre amor y piedad infinitos, unió cuerpo y alma.

Gibran Kahlil Gibran, Obras selectas. El Alma en Lágrimas y sonrisas,
traducción y biografía de Leonardo S. Kaím, México, Comaval, 1959, p. 323.