De nuevo Almitra preguntó: ¿qué piensas del
matrimonio?
Y él contestó:
Juntos habéis nacido y seguiréis así para
siempre,
Aún cuando las blancas alas de la muerte
disipen vuestros días,
Y juntos, también, en la memoria de Dios.
Mas permitid que haya espacios en vuestra
unión,
Y dejad que los vientos dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, mas no hagáis del
amor una prisión:
Es preferible que sea un inquieto mar entre
las playas de vuestras almas.
Llenad el uno al otro la copa, mas no bebáis
de una sola.
De vuestro pan convidaos, empero, no comáis
de la misma hogaza.
Cantad y danzad juntos, y sed alegres, pero
dejad que cada uno esté solo,
Como lo están las cuerdas de un laúd, a pesar
de estremecerse con la misma música.
Ofreceos el corazón, pero que cada cual
sea su fiel guardián,
Porque únicamente la mano de la Vida puede
contener vuestros corazones.
Y erguíos juntos, mas no muy próximos:
Las columnas del templo se plantan firmes y
separadas,
Y el encino y el ciprés no crecen uno a la
sombra del otro.
Gibran Kahlil Gibran, Del matrimonio en El Profeta, traducción de Leonardo S. Kaím, México, Repro Litográficos, 1987, p. 9.